Sienta en su mano la “tierra” que nuestros trabajadores ofrecen al visitante.

¿Seguro que no se trata de un truco?

A lo largo de su  paso por las Montañas del Fuego, será testigo de algunos fenómenos que inevitablemente se cuestionará pues son difícilmente verificables a simple vista.

Situémonos por unos instantes unos 300 años atrás. Seguramente la gente de esa época sería igual de incrédula que nosotros al tratar de explicarles que los volcanes se han calmado, que se puede caminar por estos parajes sin quemarnos los pies y que los más de 6 años en los que el suelo no dejaba de escupir ríos de lavas por fin han dado paso a la tranquilidad.

Actualmente, apenas unos paisajes áridos y algunas anomalías geotérmicas de la zona nos siguen sorprendiendo tímidamente y nos recuerdan un pasado destructor y desolador sin precedente que dominó Timanfaya.

Para descubrir más detalles de estas anomalías geotérmicas observemos la “quema de la aulaga”, a mayor profundidad mayor entusiasmo mostrará el volcán.

¿Se imagina pasar una noche de invierno sobre esta tierra caliente?

Una de las utilidades que se le dio a este espacio, antes de su actual concepción, fue con fines militares. Aquí situaba su campamento la tropa sirviéndose del calor residual para cocinar y calentar las noches.