La petición de declaración como Parque Nacional de Timanfaya surgió casi anecdóticamente.

En 1973, el por aquel entonces presidente del Cabildo de Lanzarote, José Ramírez Cerdá, recibía una postal del Jefe del Puerto de Las Palmas. Éste acababa de venir de un viaje en Nuevo México. Había visitado un Parque Nacional de condiciones estéticas similares a Timanfaya; paisajes áridos y sin apenas vegetación.

Esto animaría a Ramírez a iniciar los trámites de petición de dicha categoría, pues veía estos paisajes igualmente merecedores de proteccionismo. César Manrique y Jesús Soto como fieles colaboradores ayudarían en su consecución, a los que más tarde se uniría José Miguel González del ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza).

El Director General del ICONA encarga la realización del estudio preliminar a la 11ª Inspección de Canarias, que lo realiza Juan Nogales Hernández, enamorado de Lanzarote y Timanfaya.

Finalmente, tras varios meses de estudios y trámites, en 1974 Timanfaya es declarada Parque Natural, dentro de la categoría de mayor proteccionismo, la de Parque Nacional, aunque los límites del mismo no coincidan con el total de las erupciones. De los 174 km cuadrados de terreno cubierto de lapilli y lavas, queda protegida una superficie en torno a 51 km cuadrados en los que se incluyen los principales conos volcánicos. Los límites del recinto tienen una forma triangular, coincidiendo sus límites con Punta del Jurado, Playa de Las Mareas y Pico Partido en su cara interna.